lunes, 2 de abril de 2012

LIBERTAD DE CÁTEDRA

Muy resumido: que cada profesor tiene la potestad para enseñar como quiera. Siempre ajustándose a que esa libertad no interfiera en otras libertades, se sobreentiende.

La libertad de cátedra se recoge en el artículo 20.1c de nuestra Constitución Española (la del 78, no la Pepa, que este año con su 200 cumpleaños está muy de moda) y supe por vez primera de este derecho cuando cursaba Económicas en la Universidad Autónoma de Madrid y tuve el placer (de verdad) de tener como profesor a D. Emilio Murcia, quien fuera después el abogado de la AVT (Asociación Víctimas del Terrorismo).

De eso hace ahora 20 años. La semana pasada, una compañera del trabajo que está estudiando el Grado en Ingeniería Informática en la Universidad Rey Juan Carlos nos hacía unas preguntas realmente sorprendentes. Las asignaturas, y con el Plan Bolonia, además del examen, tienen cierto peso específico unos trabajos (lógico) y el responder a una serie de preguntas en un foro dispuesto a tal efecto; foro que es público respecto a los alumnos matriculados. El asunto podría pasar desapercibido si no fuera porque las preguntas ponen de manifiesto -y en absoluto público- la postura ideológica de cada cual (a poco que uno se moje). Las preguntas, más o menos, eran: "Resume los aspectos más positivos de los 13 años del PSOE en el Gobierno"; o "Cuál fue la mejor legislatura del PSOE". Según nos comentaba la compañera, hace un par de meses tocó el tema "Franco" y las preguntas, lejos de cortarse un pelo no dejaban nada para la imaginación. Vamos, que el profesor de turno con un par de ejercicios podía encasillar perfectamente a su cuadrilla: Benitez Gómez, Alejandro, rojo; Blanco Díaz, Carolina, fachilla; Carretero de la Serna, Pablo, primo hermano de Lenin...

A todo esto, estamos en una asignatura denominada Historia, Cultura y Sociedad en la Carrera de Grado en Ingeniería Informática. Si esta asignatura se imparte con la misma metodología en la Facultad de Periodismo, fijo que tienen que entrar de nuevo los antidisturbios a poner orden.

De modo que, efectivamente, el profesor tiene la libertad de cátedra de poder evaluar a sus alumnos como venga en gana. Pero de ahí, a entrar tan de lleno... No me quiero imaginar a este profesor como presidente en una mesa electoral: "Fernández Barbadillo, Juan Antonio; vota...y ha votado a IU, que es alumno mío".

3 comentarios:

  1. Muy interesante. Quizá lo ideal sería no tener tanto miedo a que cada uno exprese lo que piense. La cultura de "yo pienso lo que me parece y no lo digo para que no influya en mi trabajo" es la del miedo de los países soviéticos. Los estado unidenses (se acabó de llamarles americanos porque también lo son los canadienses, uruguayos, cubanos, etc) no tienen ese problema: simplemente no se ven atemorizados por que la gente sepa lo que opina.

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    1. Buenas noches José Luis. Perdona que no te haya podido responder antes. No lo digo tanto por el miedo al qué dirán, sino porque, al menos en España, creo (tendría que confirmarlo) es anti constitucional que las preguntas a un examen (encima público) pongan de manifiesto la ideología política de cada cuál.
      Yo particularmente pienso que no hay nada de malo en decir que uno sea de derechas, de izquierda o de lo que se quiera; católico, ateo, budista o islamista. Siempre que se guarde el respeto por la diversidad de opiniones y, por supuesto, no influya en otros cometidos de la vida.
      Al final creo que todo se resume con una palabra: respeto.
      Un saludo

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  2. No me lo puedo creer, quiero hacer grado de Trabajo Social, ni imaginar lo que puedan comentar, en fin.....

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